El Hombre Percha-Malestar de un Hominido

sábado, 15 de noviembre de 2014

El último año de mi vida (Novela) Parte 2

No se muy bien como llegue hasta aquí...
Supongo que llevaba una pesada bola encadenada a los pies y que cada grillete era una herida por cerrar,y al final tropecé.Pero al menos puedo deciros que yo si pude elegir el barranco en el que precipitar mi vida y que como mala china, cuando toca suelo expira y se deshace en arena ,y luego esas pequeñas partículas de tierra tienen un último,una corriente de aire caliente que las envuelve en polvo,que es como me encuentro yo ahora. ¿Y luego?-¿Luego? Umm..luego están las religiones,supongo,especias para aliñar el último signo de vida: la muerte.Hay gente que lleva todo una vida preparando su última cena.Pero bueno,esto ya sería otro tema y aquí ya que cada uno se lo guise y se lo coma como le parezca.
Yo aún recuerdo cuando tenía siete años y abrí por primera vez mi historial clínico,que es lo que quería contar.Bueno,no se si lo quiero contar del todo,pero es quizás por donde, al fin y al cabo,debería empezar..Fue un verano en el año noventa y cinco creo recordar.Hasta entonces siempre había vivido en una burbuja,pero se pinchó y no volvió a ser la misma.Ni peor ni mejor, solo que no era la misma. 
Era la primera vez que me iba a un campamento y estaba deseando comenzar las vacaciones después del transcurso escolar.Aún masco una sonrisa agridulce en los labios porque hacía dos días que había aprendido a sumar,era la primera vez que salía de casa solo una temporada.Y oye, que el campamento en sí genial, no es que hiciese grandes amigos,porque tampoco ni era mi intención ni las circunstancias que ocurrieron invitaron a ello.Debía de ser uno de los chicos más pequeños del campamento,sino el que más,y por aquel entonces y aunque uno tenga las cosas delante a veces no las ve,por inocencia tal vez,pero si que con el tiempo pude reconstruir ciertas miradas de gente señalándome con su dedo,haciendo mofa de mi, acechando en mi tienda de campaña con el fin de echarse unas risas al respecto, pero yo no visualice todo eso hasta más tarde y además creo que no estaba preparado para ello,necesite una persona exterior que me mostrase la realidad tal y como era.Aún no estaba formado y ya me estaban deformando y claro que luego hubo que abrir muchas heridas y el cuerpo se resiente.Supongo que aquellos días los viví como algo bizarro y por desconcierto seguía soñando,o para protegerme quizás. Uno nunca lo sabe muy bien...
Y como os cuento que fue una tarde cuando me vi bañándome desnudo en la piscina de aquel albergue al que llamaban "El Matinal"chapoteando sin enterarme de nada, hasta que un grupo de chicos de mayor edad dio la voz de alarma de que había un niño bañándose desnudo.Enseguida vino una muchedumbre dejando llover sobre mi entre carcajadas e insultos un calabobos que terminó por minarme la moral, llorando, sin saber porque, porque solo era un niño.Los niños a veces no saben porque lloran,pero cuando lloran lo hacen de corazón.Porque cuando eres niño, no tienes maldad,aunque cometas errores y tropieces con el pomo de la misma puerta una y mil veces, no existe el acto de la predeterminación, todo en cualquier acción es espontaneo e ingenuo.Pero a mi ver toda esa alambrada de voces y griterío que desbordaba mi razón y que cada me vez me arrinconaba más hacía un punto de desamparo y frustración ( Y que por unos instantes me hizo sentir la persona más miserable del mundo)me acabo ahogando en aquella amarga piscina entre llantos de incomprensión.
Más tarde al ver el alboroto formado vinieron los monitores, con toallas para arroparme algo más que la piel. Aunque permanecía inmóvil con la mirada en el suelo y tarde un buen rato en reaccionar después de que el bullicio fue socorrido y apagado.Pero en campo quemado siempre quedan cenizas.Y así fueron mis últimos días dentro de "El Matinal". Aferrado a mi tienda de campaña sin ni siquiera querer salir o tener el más mínimo contacto con el exterior Cree dentro de ella un submundo caótico,por intentar borrar cualquier resquicio del tiempo.Lo que me propició la adquisición de varios tipos de trastornos obsesivos compulsivos. La primera vez que oí esa palabra no sabía muy bien a que se refería,intuí por el tono con el que me lo explicaron que tenía algo que ver con mi comportamiento,pero lo que nunca me imaginaría es que mis actividades diarias llegaran a ser una alteración o conflicto que acabaría por ser dañino a mi personalidad. En cierto modo yo siempre estaba rodeado de nubes negras que amenazaban lluvia.Lluvia ácida y lágrimas salinas. Y disconformidad y odio hacia todo lo que hacía.  

Texto: El Hombre Percha.
Todos los sábados un nuevo capítulo

No hay comentarios:

Publicar un comentario