El Hombre Percha-Malestar de un Hominido

viernes, 27 de febrero de 2015

El último año de mi vida (La novela)-Parte 16-

Estuve todo enero haciendo visitas a Alberto y con el trajín de llevarme discos escucharlos,grabarlos. Mi padre me enseño como podía hacer una recopilación en una cinta de cassette y eso fue toda una experiencia para mi porque podía hacerme una selección a mi medida.Casi siempre contaba con cuatro o cinco cintas a medio grabar. Cuando salía del colegio le pedía a Alberto un disco nuevo,el siguiente de su estantería en orden alfabético y lo diseccionaba en esas cintas.Empecé a colorear las carátulas de los cassettes y a ponerles títulos en función de mi estado de ánimo para trabajar con ellos.
Tenía de todo tipo:Lluviosos,soleados,neblinas.Casi todos hacían referencia a estados meteorológicos y las carátulas tenían mucho que ver con aquellos paisajes y las sensaciones que me producía determinado tipo de música.
Comenzaba a sentir con los oídos.Fue una sensación única,que me abrió muchos poros porque descubrí que tras esas composiciones había una forma nueva de lenguaje o expresión que hasta entonces,era desconocida para mi.
Y empecé a fluir y por supuesto también mis trazos con ella.No solo me hacía compañía sino que mi espíritu se empezaba a impregnar de ella,e influía de forma inconsciente en todo aquello que pintaba.
Y las sesiones eran todo una odisea, pues cada vez que salía de la habitación de estudios donde trabajamos mi padre y yo, me hacía preguntarme: -Vaya...¿Otra vez estoy en casa? ¿Dónde había estado?
me encantaba viajar por melodías y trazos y el poder aunar esos dos sentidos hacia que varios estímulos y sensaciones eclosionasen en mi y a veces, hasta perdía la cuenta de la realidad. No era consciente del todo, hasta que salía de la habitación
Me encantaba viajar sin moverme de casa.Noté una evolución en mi capacidad de abstracción sobre las cosas. Pues siempre llevaba música en la cabeza.
Mis compañeros de clase  me veían constantemente despistado,no estaba pisando el patio en los recreos, estaba a unos palmos del suelo mientras ponía música a los movimientos que hacía cuando jugábamos a fútbol o cualquier otra pelota que generalmente era la primera en salir,de la bolsa de balones de la profesora.Aislado,pero nunca había estado tan acompañado.
A principios de mes hicimos una excursión a Madrid. Nunca había estado allí, lo conocía principalmente, porque el mayor flujo de noticias que escuchaba cuando ponían en mi casa el telediario provenían de allí
pero mi conocimiento se limitaba a una capital,que representaba un equipo de fútbol y que rodeada de edificios con todo tipo de cosas. Cosas que ni si quiera había en mi León natal,pero que,años después, hasta que no las conocí no sabía ni que me gustaban ni que me hicieran falta.
Íbamos a ir a visitar el Museo del Prado. Mi madre estuvo la tarde anterior haciendo preparando sándwich.Cada dos por tres irrumpía en la habitación dónde nos encontrábamos mi padre y yo para decir
-Y, el siguiente,¿De que lo quieres?.
Siempre respondía que o de nocilla o de paté.Si el último que me había hecho era de paté,ahora tocaba uno de nocilla. A parte me metió plátanos,zumos,de todo lo que os podáis imaginar. Como si las 8 horas que íbamos a pasar en la ciudad fuese a estar comiendo todo el tiempo. Cosa que lamenté una vez llegamos a la ciudad porque la mochila era un estorbo para moverme.
El viaje fue bastante aburrido, yo me sentaba solo, en los primeros asientos.Los de atrás con las reverberaciones del motor me mareaban. Mi padre me había dejado un radio.-cassette para que pudiera ir escuchando música durante el viaje,fue lo mejor de todo el trayecto.
De vez en cuando venía algún compañero y me decía:
-¿Qué haces?
-Escucho música
Y me arrancaba uno de los cascos y me decía -A ver...
Lo escuchaba un minuto y decían
-Esta guay.
Pero a mi me daba la sensación de que no se habían enterado de nada.Al tener los cascos puestos, y tapar con ellos el bullicio de fondo, me quedaba en muchos momentos medio dormido.Dado que la noche anterior no había dormido todo lo bien que quería.Estaba preocupado.
La cena de la noche anterior estuvo llena de avisos y advertencias.
"Ten cuidado en Madrid,que eso no es como aquí" "Si alguien te dice algo no le hagas caso""Ah y no te separes de la profesora"
Fíjate que hasta esa misma tarde no era consciente de que me iba a Madrid, pero con tanto recordatorio antes de dormir me puse nervioso y se hizo un bullicio en mi cabeza, que a ratos dormía a ratos no.
Nos soltaron cerca de las 12 de la mañana en un sitio que se llamaba Gran Vía y empezamos a recorrerla calle abajo.Había muchisima gente. Y me llamo la atención que hubiese tantos coches patrulla, tanta gente enfundada en negro con auriculares en la oreja,las esquinas estaban llenas de mujeres que nos llamaban como si nos conociesen de algo.
Parecía que estábamos en el escenario de una película donde alguien había matado a alguien.
Muchas de las paredes estaban pintadas con sprays.Vi un almacén en el que ponía "El sexo es al amor lo que el agua a los pantanos" Íbamos en fila, así que cuando tuve un rato paré a la profesora y le pregunte que qué era el sexo y qué era un pantano.
Me contesto que el sexo era reproducción,cuando dos personas,o animales deciden tener un hijo. Me sonaba a Conocimiento del medio.
-¿Porqué me preguntas eso?
-Porque el sexo es al amor lo que el agua a los pantanos
Me miró de forma extraña, pensé que algo había hecho mal.
-Lo he leído en una pintura.
-Ah bueno,venga seguimos para adelante.

Texto:El Hombre Percha
Próximo sábado:Nuevo capitulo .

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